¿Por qué estoy aquí? ¿En qué momento lo decidí? ¿Existe la felicidad? ¿Quién soy? ¿Qué es lo que quiero mostrar? ¿Qué es lo que quiero aportar? ¿Cuál es mi lugar? ¿Estoy haciendo lo que deseo? ¿Es mi visión de la realidad la correcta? ¿Se alejan mis sensaciones de lo que es real? ¿Está mi visión demasiado distorsionada? ¿Hay alguna alma humana sobre la faz de la tierra que pueda comprender? ¿Qué camino debo elegir? ¿Estoy siguiendo el correcto? ¿Por qué tengo miedo? ¿Soy normal? ¿Soy especial? ¿Soy uno más? ¿Soy mediocre? ¿Por qué a veces anhelo la soledad? ¿Por qué a veces deseo, en anhelada soledad, compañía? ¿Seré capaz de llenar mi vacío? ¿Me iré diluyendo como arena entre las poderosas aguas? ¿Seré visto? ¿Seré un espectro? ¿Dejará de retumbar algún día mi cabeza? Preguntas, preguntas y más preguntas. Tiempo y más tiempo malbaratado. Comidas de olla sin parar tomando consciencia de lo que he dejado escapar, entre tanto pensar y pensar, sólo cuando recuerdo lo que pudo golpearme del pasado. Como alguien dijo una vez, solamente puedes arrepentirte por lo que no hiciste. Puede que por hacer, haya derramado lágrimas o me haya desgarrado la piel de arrastrarme por el suelo o sepa cual es el sabor de la amargura pero la mayoría de las veces es mejor esto que el ruido silencioso, sordo, mudo, lisiado y amputado del sólo pensamiento, del mirar desde la ventana mientras cae la lluvia sin mojarte. Hay cosas, como la felicidad, que duran sólo unos instantes y si no estás allí las perderás por siempre jamás. Así, en mi aislamiento, tendré que dejar de mirar tanto hacia el suelo e inclinarme hacia el cielo para, de nuevo, sentirme pequeño.

Petons!!! Marc.