14 d’agost 2007

Reencuentros

Por fin el rompecabezas llega a su fin. Aquí, y delante de mí, la salida: una diminuta puertecilla rodeada de imperante y constante caos. Una nueva senda al alcance de mi mano. Debo, sin embargo, girar mi cuello y lanzarle un beso al lugar, los desgarros del cual, por siempre jamás quiero sellar. Lo miro, y durante un instante agarro su presencia ahora fugaz, y me preparo para no verlo jamás igual. Me dispongo en presta huída a tapiar esa mirada transparente y sometida que pasó de ciega a lejano y rebelde llanto. Siento su aliento por última vez, el que fue mi alimento, mi más deseado manjar, e inevitablemente lo reencuentro. Ahora, de nuevo sé, que no lo abandoné y que no lo quiero enterrar. Mi debilidad, mi perdición, mi sueño, mi anhelo me atrapó de nuevo. Viviremos al día sin futuros amaneceres, sufriremos en silencio, tensionando nuestras cuerdas vocales para no emitir sonido alguno, a la espera de que la duda en noche cerrada se cierna sobre nosotros y lo inunde todo, sabiendo, aunque haya toques de queda, contenedores o alertas, que hay fuerzas contra las que, por irresistibles, especiales y mágicas, nunca se pudo luchar.
Petons!!! Marc.